Hemos hablado del observador y también del lenguaje. Varias veces creemos que nuestras palabras reflejan una emoción que no es la misma que interpreta quien nos escucha y viceversa.

De allí la importancia de observar, chequear cual es la intención y cual es la emoción que se esconde en nuestro “lenguajear” como dice Maturana.
Por eso quiero regalarles este poema de Ruth Bebermeyer:
Las palabras son ventanas (o son paredes)
Siento que tus palabras me sentencian,
que me juzgan y que me apartan de ti,
pero antes de irme, tengo que saber
si eso es lo que quieres decirme.
Antes de erigirme en mi defensa,
antes de hablar herida o asustada,
antes de levantar esa pared de palabras,
quiero saber si verdaderamente he oído.
Las palabras son ventanas o paredes;
nos condenan o nos liberan.
Ojalá que al hablar o al escuchar
resplandezca la luz del amor a través mío.
Hay cosas que necesito decir,
cosas muy significativas para mí.
Si no me expreso claramente con mis palabras,
¿me ayudarás a ser libre?
Si te pareció que quise rebajarte,
si creíste que no me importabas,
trata de escuchar a través de mis palabras
los sentimientos que compartimos.
Ahora te invito a reflexionar: ¿Cómo son tus palabras? ¿Con qué emoción las expresas? ¿El que escucha percibe lo mismo? ¿Cómo lo sabes?
Estela Pirra.
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